La mirada de la compañera Sebastiana es triste, desde hace
más de cinco meses exige a las autoridades estatales y federales la
presentación con vida de su esposo Fidencio Gómez Sántiz. Sin embargo, en sus
ojos también se puede observar seguridad, certeza en las palabras que su esposo
siempre le confió, nunca dudar de la organización.
Sebastiana Pérez Hernández es una mujer de 45 años de edad.
Madre de dos hijos, menores de edad. Ella es hablante de la lengua tzeltal,
vive en el ejido Las Perlas, municipio de Ocosingo, Chiapas. Es integrante del
Frente Nacional de Lucha por el Socialismo (FNLS).
Su esposo Fidencio Gómez Sántiz, integrante del FNLS, fue
detenido-desaparecido el 5 de marzo del presente año en el municipio de
Ocosingo, Chiapas. Acababa de regresar de la Ciudad de México, estuvo durante
dos meses para denunciar la represión, hostigamiento, asesinatos y detenciones
arbitrarias que se han cometido contra los integrantes del FNLS.
Su comunidad y las de sus compañeros han sido agredidas por
el grupo paramilitar Los Petules, quienes fungen en estos momentos como la
punta de lanza de la represión en la región, el flagelo que materializa la
política de gobierno del Estado mexicano y de la administración local y
federal, son los encargados de cometer crímenes de Estado y de lesa humanidad contra
los integrantes de nuestra organización.
La compañera Sebastiana nos describe un poco cómo ha
enfrentado la desaparición forzada de su esposo y cuál ha sido la actitud de
las autoridades al respecto.
La búsqueda
A mi esposo lo vi por última vez en Ocosingo, justo acababa
de llegar de México, platicamos un poco, le insistía que fuera con nosotros, a
la casa de mi papá. No quiso, tenía que llegar a nuestra casa. Quedamos de
vernos al día siguiente. [Yo] Tenía que ir a casa de mis padres, porque acababa
de morir mi papá, él se dirigió a la casa [a Las Perlas].
Cuando llegué a mi casa no estaba, pensé que había salido a
la milpa, pero, pasó el tiempo y no llegó, empecé a inquietarme porque él no
sale sin avisar, además de que habíamos quedado de vernos en la casa. No llegó
y las preguntas invadían mi pensamiento, ¿dónde volvió a ir?, le pregunté a mis
hijos ¿A dónde se fue tu papá?, no sé, me dijeron, en ese momento me invadió la
preocupación. Empecé a preguntar con sus familiares si estaba con ellos, me decían
que no lo habían visto, les pregunté en la casa de mi papá, porque a veces
llega ahí, pero, no estaba; fui a Ocosingo pregunté con varias personas y no
encontré respuesta, a la gente les pregunté y me decían no lo hemos visto.
Le avisé a un compañero de la organización, que no aparecía
mi esposo, no estaba en casa de mi mamá ni en casa de sus padres, con sus
hermanos tampoco estaba, entonces el compañero me dijo de seguro lo detuvieron
y lo desaparecieron, es una desaparición forzada.
Empezamos a preguntar a los compañeros que estuvieron cerca
de él, si lo habían visto, nos dijeron que se quedaron en su comunidad y él
siguió su camino. Cuando me enteré de su desaparición me preocupé, me
preguntaba ¿Qué voy hacer?, ¿a dónde voy a ir?, ya no tengo papá, mi mamá vive,
pero, está muy lejos. Al principio no quería moverme de la casa ni salir, había
decidido esperarlo, mis hijos me decían que lo esperáramos, que no nos
moviéramos de la casa, porque qué tal si regresaba y no nos encontraba.
La denuncia
Los compañeros de la organización me explicaron que el
gobierno desapareció a mi esposo, a través del grupo paramilitar Los Petules,
desde hace tiempo se han dedicado a reprimir a nuestra organización. Eso
implicó salir de la casa para exigir su presentación con vida, hemos realizado
jornadas de lucha y actividades para exigir su presentación con vida.
Estuve un mes en México, denunciamos en escuelas,
universidades, visitamos la ONU y la Comisión Nacional de Derechos Humanos
(CNDH). Al principio se me dificultaba, porque es la primera vez que salgo a
una ciudad muy grande, y sobre todo, porque no hablo bien español y no sé leer
ni escribir, pero, a todos lados van conmigo los compañeros de la organización,
no me dejan sola.
Ahora casi no estoy en mi casa, mis hijos son los que se
quedan, me preguntan si ya hemos encontrado a su papá, le digo que aún no
sabemos nada de él, no sabemos si lo vamos a encontrar todavía, no sabemos si
ya está muerto.
¿Cómo ha enfrentado
la familia su desaparición forzada?
Nos queda claro que el gobierno lo desapareció de manera
forzada, cometió una grave violación, pero, a su vez los efectos también los
vivimos en la familia, porque tenemos que hacer más esfuerzos para la
manutención de la casa, desde traer la leña, el trabajo en el campo, cuando
sembramos tenemos que desmontar, lo tengo que hacer, porque mis hijos están
todavía pequeños.
Cuando desapareció me puse fuerte, pero, es difícil, no es
lo mismo sin él, porque los dos trabajábamos, así sacábamos para los alimentos
del día, se hace la milpa, se siembra el maíz y fríjol, ahora, es más difícil
porque estoy sola, ya no es lo mismo.
Mis hijos están pequeños, los mando a cargar leña, cuando
llegan les doy de comer, mi hijo el más pequeño se va a buscar la leña, a veces
no quiere comer, le digo come, a quién esperas tu papá no va a venir.
En la milpa es cuando lo comenzamos a extrañar, pero no
está, estoy muy acostumbrada a ir a la milpa y no está como cuando estaba él,
la sabía trabajar, la fumigaba, ahora tiene enfermedad el maíz, porque no hay
alguien quien lo fumigue.
¿Qué dicen las
autoridades?
Fuimos a Ocosingo a preguntar sobre el caso y a que los
busquen, sólo nos dicen que no saben nada de él, pero, como no entiendo
español, no les entiendo y los compañeros de la organización son los que me
explican. A veces sólo dicen, no sabemos nada aún, no aparece, no lo hemos
visto.
Un día nos dijeron que habían encontrado a un señor en el
hospital, que las autoridades habían recogido, pero, no es mi esposo. También
he salido a difundir a otros lugares con compañeros de la organización, a mis
hijos les da miedo que salga, pero, les digo que tengo que salir, y le digo al
varón si ya estuvieras grande tu saldrías, pero, tampoco sabe hablar español,
no sabes leer ni escribir, por eso tengo que salir yo.
La organización me ayuda con los trabajos que tenemos, es
así como voy pasando los días.
Quisiera que las autoridades lo busquen, que me digan si ya
lo han visto, eso quisiera escuchar, sólo quiero saber dónde está, saber de él,
si está en la cárcel, así me dicen mis hijos está en la cárcel mamá, les
respondo cómo saben eso, no sabemos dónde está tu papá, si estuviera muerto ya
tendríamos su cuerpo.
¿Cómo era Fidencio?
Él era una buena persona, en la casa estaba contento,
llegamos a trabajar juntos, salíamos a pasear, así como salgo a vender. Yo soy
vendedora porque no tenemos cafetal, por eso salimos a vender, me iba a dejar
las cosas a la carretera, porque donde vivimos está lejos y tenemos que caminar
30 minutos, no hay carros más cerca.
Ahora salgo y ya no
tengo quien me ayude con las cosas y la milpa, es lo que ahora me preocupa,
siento que ya no puedo y aunque haya cosas que me duelan tengo que hacerme
fuerte porque tienen que comer mis hijos, no sé cuánto más voy a llorar, ya no
estoy tranquila.
No peleábamos, no me regañaba, estábamos tranquilos dentro
de la casa, por eso desde que desapareció ya no es lo mismo. Me preocupé por
él, era agricultor, cargaba lo que salía a vender, ahora ya no está, no hay
quien cargué mi maíz, porque es lo que comemos, lo tenemos que cargar y mis
suegros viven lejos.
Les digo a mis hijos que tenemos que salir adelante, hasta
donde ustedes crezcan, les digo que tienen que obedecer, tu eres único hijo,
porque sólo tengo un varón, si en el camino sufro un accidente tienen que
seguir, pórtense bien mis hijos.
Esta es la historia de la compañera Sebastiana, un ejemplo
de lo que les pasa a todas las familias que son alcanzadas por el terrorismo de
Estado en el país. La desaparición forzada es una de las expresiones de esta política
de Estado, la cual, es una violación grave de derechos humanos, un crimen de
lesa humanidad que lesiona a la víctima directamente, a sus familiares y a sus
compañeros de organización.
En nuestro caso por ser una organización popular e
independiente que lucha por mejores condiciones de vida, trabajo, educación e
impulsa la lucha por el socialismo en México somos víctimas de esta política
criminal.
Por exigir la presentación con vida de los dos luchadores
sociales Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya, por solidarizarnos
con sus familiares y con los trabajadores de la educación somos objeto de
represión, un ejemplo de ello, es la desaparición forzada de nuestro compañero
Fidencio. Las autoridades no investigan y la carpeta de investigación sólo se
enfoca a investigar a los familiares y a los integrantes del FNLS, en lugar de
investigar y detener a los autores materiales.
Nota: la entrevista se hizo en su lengua materna tzeltal con
ayuda de un compañero para traducir en español y escribir el texto.
¡Porque vivos se los
llevaron, vivos los queremos!
Frente Nacional de
Lucha por el Socialismo (FNLS)
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